CONOCIENDO EL PARQUE NACIONAL DE MONFRAGÜE

El Parque Nacional de Monfragüe ya fue denominado por los romanos como Mons Fragorum (monte denso). Aunque sus primeres pobladores datan de cientos de años antes, tal y como nos muestran las pinturas rupestres que se encuentran en una cueva en la subida al castillo de Monfragüe.

   

  Monfragüe es uno de los mejores enclaves de bosque mediterráneo, presentando además algunos vestigios de carácter atlántico y continental. Los cursos de los ríos Tajo y Tiétar forman el eje articulador del parque, encajado en una estrecha garganta, entre dos alineaciones de sierras de cuarcitas y pizarras.

                

                                                                              

   De esas características se deriva la variedad de ecosistemas de los que está formado el Parque. Además de los característicos encinares, alcornocales, madroñales, jarales y brezales, aparecen también otros enclaves con especies caducifolias como quejigos, arces en las laderas de umbría, o bien los fresnos y alisos que se encuentran en los sotos de rios y arroyos.

    La gestión de los recursos que se ha hecho durante años, ha permitido que la conservación del medio sea óptima. Ésto facilita la biodiversidad de los sistemas bióticos y abióticos de la zona.

 Son especies de gran importancia para la preservación de la diversidad genética propia del Mediterráneo. Entre estas especies destacan por su interés científico, singularidad y vulnerabilidad el águila imperial ibérica, el buitre negro, la cigüeña negra y el lince ibérico. 

    Bordeando el Parque se encuentra la dehesa, ecosistema modelado por la mano del hombre, y ejemplo de equilibrio hombre-naturaleza. Es aquí donde las grullas, venados y jabalíes, cigüeñas y garcillas, se alimentan junto al ganado que se encuentra en el Parque.